La primera impresión lo es todo cuando conoces a alguien. Y quien diga lo contrario miente.
Puede que dependiendo de tus prejuicios o incluso de tus “no prejuicios” tengas una opinión u otra. Pero desde luego esos primeros 7 segundos cuentan mucho sobre si esa persona que acabas de conocer tiene una oportunidad para que la sigas escuchando o no.
Con las marcas pasa lo mismo. Los primeros 7 segundos son clave. La apariencia, la imagen, el mensaje inicial. Definen si sigues escuchando o no.
La mayoría de nosotros, por suerte, no nos quedamos tan solo con la primera impresión, y las relaciones interpersonales se van haciendo más estrechas a medida que avanza el tiempo. Cuando conocemos a una persona o en este caso, a una marca, su carácter, sus intereses y sus valores empiezan a ser relevantes.
Pero, ¿qué pasa si una marca no tiene nada más allá que esos primeros 7 segundos?
Pues que o tiene un producto detrás de la hostia, o sino nadie la recordará. Quizás ni con el producto de la hostia. No se te vendrá a la cabeza cuando pienses en ningún sector ni te acordarás de ella aunque la hayas visto 500 veces. Y desde luego, no “empatizarás” con esa marca.
Y es que aquí, amigos, es donde empieza el branding.
En el arte de dotar a una marca de personalidad, carácter, valores. De hacerla única y memorable.
Cualquiera puede diseñar un logotipo resultón, inventarse un nombre con gancho y sacar un producto mediocre. Bueno, cualquiera no. Pero desde luego es mucho más fácil que trabajar realmente el branding.
Apple, Coca Cola o Nike no son tres de las marcas más memorables del mundo solo por su logo. Eso sí, serías capaz de dibujarlo sin que necesariamente seas consumidor de ninguna de las tres.
Estas marcas han construido su propia personalidad y son casi como uno más de sus consumidores. Proyectan un estilo de vida.
A lo que vamos es a que las marcas son como personas. Deben tener su propia personalidad, sus valores, ser coherentes y seguir un camino acorde a lo que comunican. O más bien, comunicar el camino que quieren seguir.
A partir de ahí, los consumidores por fin empatizarán con ellas, las amarán o las odiarán, pero sobre todo las recordarán.
A la pregunta ¿branding sí o no? Para nosotros la respuesta es categórica. Definitivamente branding SÍ.
Pero vamos por partes, que esto es solo el primer capítulo.
La primera impresión lo es todo cuando conoces a alguien. Y quien diga lo contrario miente.
Puede que dependiendo de tus prejuicios o incluso de tus “no prejuicios” tengas una opinión u otra. Pero desde luego esos primeros 7 segundos cuentan mucho sobre si esa persona que acabas de conocer tiene una oportunidad para que la sigas escuchando o no.
Con las marcas pasa lo mismo. Los primeros 7 segundos son clave. La apariencia, la imagen, el mensaje inicial. Definen si sigues escuchando o no.
La mayoría de nosotros, por suerte, no nos quedamos tan solo con la primera impresión, y las relaciones interpersonales se van haciendo más estrechas a medida que avanza el tiempo. Cuando conocemos a una persona o en este caso, a una marca, su carácter, sus intereses y sus valores empiezan a ser relevantes.
Pero, ¿qué pasa si una marca no tiene nada más allá que esos primeros 7 segundos?
Pues que o tiene un producto detrás de la hostia, o sino nadie la recordará. Quizás ni con el producto de la hostia. No se te vendrá a la cabeza cuando pienses en ningún sector ni te acordarás de ella aunque la hayas visto 500 veces. Y desde luego, no “empatizarás” con esa marca.
Y es que aquí, amigos, es donde empieza el branding.
En el arte de dotar a una marca de personalidad, carácter, valores. De hacerla única y memorable.
Cualquiera puede diseñar un logotipo resultón, inventarse un nombre con gancho y sacar un producto mediocre. Bueno, cualquiera no. Pero desde luego es mucho más fácil que trabajar realmente el branding.
Apple, Coca Cola o Nike no son tres de las marcas más memorables del mundo solo por su logo. Eso sí, serías capaz de dibujarlo sin que necesariamente seas consumidor de ninguna de las tres.
Estas marcas han construido su propia personalidad y son casi como uno más de sus consumidores. Proyectan un estilo de vida.
A lo que vamos es a que las marcas son como personas. Deben tener su propia personalidad, sus valores, ser coherentes y seguir un camino acorde a lo que comunican. O más bien, comunicar el camino que quieren seguir.
A partir de ahí, los consumidores por fin empatizarán con ellas, las amarán o las odiarán, pero sobre todo las recordarán.
A la pregunta ¿branding sí o no? Para nosotros la respuesta es categórica. Definitivamente branding SÍ.
Pero vamos por partes, que esto es solo el primer capítulo.